El uso y abuso de la terminología en la era digital es un tema recurrente en las conversaciones informales entre docentes, diseñadores del aprendizaje, investigadores y otros steakholders implicados en la innovación educativa en sus distintos ámbitos de aplicación. Periodicamente aparecen nuevos conceptos de procedencia a veces incierta y con ciclos de vida de longitud muy variada. Algunos de ellos responden a ideas, otros a experiencias, metodologías o aplicaciones reales más o menos exitosas, y otros simplemente aspiran a catalogar un conocimiento que se resiste a ser solidificado en los moldes del rigor académico. Sin embargo, algunos de ellos aparecen para quedarse entre nosotros –más de lo esperado– en estos tiempos gobernados por el inexorable mandato de la inmediatez. Éstos últimos suelen ser los que mejor nos sirven para expresar nuestras ideas, dar precisión a nuestras propuestas, o delimitar campos de referencia. Hechas estas consideraciones, voy a atreverme a compartir algunas ideas acerca del uso de uno de estos conceptos. Se trata de los "digital learners" (aprendices digitales).
Al inicio de esta controversia algunos autores –Tapscott, Oblinger, Strausss y el mismo Pernsky– situaron el factor generacional como elemento central para definir a los tipos de usuario de aquellas nuevas tecnologías. Básicamente ello consistió en el establecimiento de una diferenciación entre jóvenes habilidosos con la Red y el ordenador, y las generaciones de usuarios nacidas en el viejo mundo analógico, poco diestros y más refractarios a los usos digitales. Así nacieron los nativos digitales, los millennials o la net generation.
Sin embargo, esta idea no tardó en ser cuestionada, especialmente con la aparición de estudios empíricos que contradecían esta diferenciación con sus resultados. De este modo, autores como Kennedy, Bullen, Gros, Bennett o Jones, entre muchos otros, empezaron a apuntar poco a poco hacia otras formulaciones más complejas y abiertas basadas en una multiplicidad de factores, tales como la diversidad de situaciones de aprendizaje y el perfil de los usuarios (o estudiantes), que se dan dentro del vasto colectivo de personas que pueden estar formándose a lo largo (y a lo ancho) de su vida.
En resumen, de acuerdo con este esquema no existen perfiles estáticos que permitan construir una clasificación estable de los aprendices digitales, sino más bien aproximaciones diferentes a la actividad digital que se pueden dar tanto entre individuos distintos como en una misma persona en momentos y situaciones variadas.
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[2] Las ideas principales de este post, así como las citas completas de los autores nombrados se encuentran ampliamente desarrolladas en el apartado 2.2 "Aprenents digitals al llarg de la vida" (pág. 60-90) de Mas, X. (2014). La integració dels usos de la tecnologia digital de les persones adultes dins la seva activitat formativa a la universitat. (Tesis doctoral). Accesible en http://hdl.handle.net/2445/63423. y http://hdl.handle.net/10803/286068. Universitat de Barcelona, Barcelona.
Breve historia de una larga controversia
El concepto de estudiante en línea ha evolucionado y ha ido ligado a las distintas denominaciones y definiciones que han intentado clasificar a los usuarios y usuarias de la Red. De forma más o menos explícita, esta vinculación ha estado presente desde la aparición de los términos "nativo" e "inmigrante" digital acuñado por Prensky en 2001 y felizmente superado en la actualidad. La llegada de los nativos digitales levantó una larga y tediosa polémica a lo largo de más de una década en la que fueron apareciendo diferentes términos para referirse a las personas que iban incorporando la Red y la tecnología digital en sus vidas, adquiriendo nuevos hábitos y adoptando nuevos usos en sus distintas actividades a lo ancho de la vida; también en el acto de aprender.Al inicio de esta controversia algunos autores –Tapscott, Oblinger, Strausss y el mismo Pernsky– situaron el factor generacional como elemento central para definir a los tipos de usuario de aquellas nuevas tecnologías. Básicamente ello consistió en el establecimiento de una diferenciación entre jóvenes habilidosos con la Red y el ordenador, y las generaciones de usuarios nacidas en el viejo mundo analógico, poco diestros y más refractarios a los usos digitales. Así nacieron los nativos digitales, los millennials o la net generation.
Sin embargo, esta idea no tardó en ser cuestionada, especialmente con la aparición de estudios empíricos que contradecían esta diferenciación con sus resultados. De este modo, autores como Kennedy, Bullen, Gros, Bennett o Jones, entre muchos otros, empezaron a apuntar poco a poco hacia otras formulaciones más complejas y abiertas basadas en una multiplicidad de factores, tales como la diversidad de situaciones de aprendizaje y el perfil de los usuarios (o estudiantes), que se dan dentro del vasto colectivo de personas que pueden estar formándose a lo largo (y a lo ancho) de su vida.
¿A quién llamamos digital learners?
Considerando lo dicho hasta ahora, no resulta nada descabellado referirnos a los aprendices digitales como personas que llevan a cabo algún tipo de actividad de aprendizaje utilizando la Red y un conglomerado de aplicaciones, servicios y dispositivos en contextos con distintos grados de formalización y en intensidades diferentes. Si aceptamos como válida esta definición general, debemos admitir que lo que describe el perfil de los digital learners no es un conjunto de atributos estático –como ocurría con las definiciones basadas en el factor generacional– sino la acción conjunta de múltiples variables, tanto de ámbito personal como procedentes del contexto, que entran en juego y adquieren sentido en cada situación. Es en este sentido que adquiere significado la propuesta terminológica de White & Le Cornu (2011) [1] en la que hacen una distinción entre digital residents y digital visitors para explicar el comportamiento digital de los usuarios de la Red, pero dejando muy claro que no se trata necesariamente de características personales sino de roles distintos que una misma persona puede desempeñar en función de la situación en la que se encuentre.
Centrándonos en el ámbito educativo, propongo explicar la adopción del rol de los aprendices digitales como resultado de la interacción de tres factores. El primero de ellos son las características individuales, es decir el conjunto de factores personales como la procedencia sociocultural, el nivel económico, la formación, la actividad profesional y –el más importante– la competencia digital. Este factor es el que determina el potencial y la capacidad de cada individuo para asumir un modelo de comportamiento.
El segundo factor es el contexto de aplicación, entendido como el conjunto de condicionantes impuestos por una situación de aprendizaje como el modelo educativo, las actividades a realizar, los retos a alcanzar, el marco institucional, el ámbito educativo (formal o informal), o el contexto sociotecnológico. Finalmente, el tercero es la valoración personal, es decir el análisis que cada individuo realiza tanto del contexto de aplicación como de la percepción de sus capacidades, el cuál le conduce a la adopción de un rol de forma más o menos intencional.
Extraído de Mas, X (2014), pág, 75 [2] |
En resumen, de acuerdo con este esquema no existen perfiles estáticos que permitan construir una clasificación estable de los aprendices digitales, sino más bien aproximaciones diferentes a la actividad digital que se pueden dar tanto entre individuos distintos como en una misma persona en momentos y situaciones variadas.
Más allá de la era digital
Ciertamente un concepto con una formulación tan general está sujeto a múltiples interpretaciones y usos. En este sentido, la finalidad de estas consideraciones no ha sido delimitar el uso de una terminología, restringiéndolo y excluyendo otras aproximaciones, sino todo lo contrario. Se trata de describir un uso concreto entre tantos, y compartirlo para que otros y otras puedan apropiárselo para dar sentido a sus discursos.
Del mismo modo que otros conceptos, como estudiante en línea, están dejando de tener sentido, puesto que actualmente de una forma u otra cualquier estudiante utiliza la Red y la tecnología digital para llevar a cabo su actividad formativa, también el término digital learner ha nacido con la vocación de desaparecer, fundiéndose en un nuevo paradigma de la realidad humana en el que la tecnología digital tiende a ser ser invisible convirtiéndose en atributo indistinguible e inseparable de los objetos, los lugares, las personas, las actividades y el propio conocimiento.
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[1] White, D. S., & Le Cornu, A. (2011, May 9). Visitors and Residents: A new typology for online engagement, 16. Accesible en http://firstmonday.org/htbin/cgiwrap/bin/ojs/index.php/fm/article/view/3171/3049
[2] Las ideas principales de este post, así como las citas completas de los autores nombrados se encuentran ampliamente desarrolladas en el apartado 2.2 "Aprenents digitals al llarg de la vida" (pág. 60-90) de Mas, X. (2014). La integració dels usos de la tecnologia digital de les persones adultes dins la seva activitat formativa a la universitat. (Tesis doctoral). Accesible en http://hdl.handle.net/2445/63423. y http://hdl.handle.net/10803/286068. Universitat de Barcelona, Barcelona.