Una de las características –supongo– de los períodos de transición como el que nos ha tocado vivir es la sensación de incertidumbre. Poco a poco, las certezas con las que hemos aprendido a construir y a comprender el mundo van llegando a la obsolescencia y, así sin más, dejamos de creer en ellas. Dejan de cumplir su función abriéndose paso ante nosotros el espacio oscuro y diáfano de la incertidumbre que deberemos iluminar con luces nuevas, aprender a ver con miradas distintas y conquistar con certezas que aún no conocemos.
No debe, pues, resultarnos extraño que en tiempos como los que corren aflore una afición recurrente a la predicción. Es en este contexto donde proliferan un sin fin de estudios e informes sobre tendencias procedentes de disciplinas y áreas de actividad distintas. Es bien sabido por todos nosotros que el educativo no es precisamente un ámbito ajeno a este afán de mirar hacia delante. Sin embargo, cuando hablamos de “tendencias”, ¿nos estamos siempre refiriendo a una misma cosa? ¿pertenecen todas ellas a un mismo rango? ¿no estaremos a veces confundiendo pedagogías y tecnologías emergentes con tendencias? ¿afloran de la evolución de la tecnología y de la práctica educativa o de los sueños innovadores de los expertos?
A lo largo de este post [1] mostramos un modelo sistémico construido a partir del contenido de algunos informes y artículos publicados hasta 2014. En él se identifican cinco macrotendencias del aprendizaje (MTA) teniéndose en cuenta la interrelación existente tanto entre ellas mismas, como con otros tres elementos contextuales: el entorno sociotecnológico, entendido como un medio donde el conjunto de elementos que intervienen en las MTA –actividades, entornos, contenidos, artefactos o agentes– se relacionan de forma interdependiente y adquieren sentido, pero también como elemento constitutivo de cada uno de ellos; el entorno educativo, compuesto por los diferentes actores y elementos que forman parte de la realidad educativa –aprendices, docentes, metodologías de aprendizaje, modelos educativos, modalidades formativas, instituciones, portafolio, currículo, etc.– teniendo en cuenta su transformación por el impulso de las tendencias, y a su vez la retroacción de éste hacia la evolución e implantación de las MTA; y las competencias digitales y de aprendizaje, vistas como la capacitación necesaria de los actores implicados, tanto para impulsar los cambios, como para afrontar los nuevos retos y condiciones en el desarrollo de la práctica educativa y en la actividad de aprendizaje en general, todo ello immerso en un entorno sociotecnológico y educativo en plena transformación por el influjo de las MTA.
No debe, pues, resultarnos extraño que en tiempos como los que corren aflore una afición recurrente a la predicción. Es en este contexto donde proliferan un sin fin de estudios e informes sobre tendencias procedentes de disciplinas y áreas de actividad distintas. Es bien sabido por todos nosotros que el educativo no es precisamente un ámbito ajeno a este afán de mirar hacia delante. Sin embargo, cuando hablamos de “tendencias”, ¿nos estamos siempre refiriendo a una misma cosa? ¿pertenecen todas ellas a un mismo rango? ¿no estaremos a veces confundiendo pedagogías y tecnologías emergentes con tendencias? ¿afloran de la evolución de la tecnología y de la práctica educativa o de los sueños innovadores de los expertos?
A lo largo de este post [1] mostramos un modelo sistémico construido a partir del contenido de algunos informes y artículos publicados hasta 2014. En él se identifican cinco macrotendencias del aprendizaje (MTA) teniéndose en cuenta la interrelación existente tanto entre ellas mismas, como con otros tres elementos contextuales: el entorno sociotecnológico, entendido como un medio donde el conjunto de elementos que intervienen en las MTA –actividades, entornos, contenidos, artefactos o agentes– se relacionan de forma interdependiente y adquieren sentido, pero también como elemento constitutivo de cada uno de ellos; el entorno educativo, compuesto por los diferentes actores y elementos que forman parte de la realidad educativa –aprendices, docentes, metodologías de aprendizaje, modelos educativos, modalidades formativas, instituciones, portafolio, currículo, etc.– teniendo en cuenta su transformación por el impulso de las tendencias, y a su vez la retroacción de éste hacia la evolución e implantación de las MTA; y las competencias digitales y de aprendizaje, vistas como la capacitación necesaria de los actores implicados, tanto para impulsar los cambios, como para afrontar los nuevos retos y condiciones en el desarrollo de la práctica educativa y en la actividad de aprendizaje en general, todo ello immerso en un entorno sociotecnológico y educativo en plena transformación por el influjo de las MTA.
Las MTA y su relación con el entorno sociotecnológico, las competencias digitales y de aprendizaje, y el entorno educativo [2] |
MTA 1: Informalización del aprendizaje
- Recoge las tendencias que hacen referencia al incremento del aprendizaje informal potenciado por la red y la tecnología digital.
- Incluye el concepto de aprendizaje a lo ancho de la vida como interconexión de los aprendizajes que se dan en sus diferentes ámbitos, profesional, personal, formativo, etc. Tiene un impacto sobre los entornos de educación formal ya que la actividad de aprendizaje que se lleva a cabo de forma informal en la red acaba siendo indisociable de la que se realiza en dichos entornos. Un ejemplo de ello sería el PLE, como entorno de aprendizaje que irrumpe en medio de los ámbitos formal e informal sobreponiéndose a las fronteras de uno y otro contexto.
- Pone en cuestión las fronteras entre educación formal, no formal e informal, siendo éstas cada vez más difusas, tomando sentido considerar esta distinción como un continuum en lugar de una clasificación estanca.
MTA 2: Aprendizaje a lo largo de la vida
- Se define como la identificación del curso completo de la vida como marco temporal de referencia para la actividad formativa de los individuos. En él tiene lugar de forma continua la puesta en marcha de estrategias y actividades para adquirir nuevas competencias.
- Actúa como tendencia transversal abarcando varias modalidades y situaciones de aprendizaje tanto de los ámbito formal como informal, teniendo lugar en contextos diferentes –laboral, personal, académico, etc.–. Su transversalidad la convierte en una perspectiva a tener en cuenta en el análisis del resto MTA.
- Pone de relieve el papel activo del individuo en la toma de decisiones y en la elaboración de su propio plan personal de formación, siendo importante para ello su nivel de capacitación en las competencias digitales y de aprendizaje.
MTA 3. Empoderamiento del aprendiz
- Se refiere a la capacidad de dirigir y gestionar el propio aprendizaje tanto para trazar y pilotar un plan personal de formación, como para sacar provecho del gran número de oportunidades de aprendizaje informal que se dan en el día a día, sabiéndolas conectar entre sí en base a los propios objetivos.
- En un contexto de formación a lo largo y a lo ancho de la vida, con una clara tendencia a la informalización, se perfila como una de las palancas para el cambio educativo.
- Implica el desarrollo de otros aspectos como la flexibilidad y la personalización del aprendizaje, ya que son necesidades que afloran directamente de una concepción educativa focalizada en el aprendiz y no en el currículo.
- Es potenciada por la red y la tecnología digital, especialmente por el uso de las herramientas sociales y por la autonomía que adquieren los aprendices en la creación, apropiación y redistribución de los contenidos digitales, asumiendo un rol activo respecto a la construcción del propio currículum.
MTA 4. Aprendizaje social y colaborativo
- La dimensión social y colaborativa impregna la actividad y las propuestas de aprendizaje en los ámbitos formal e informal, siendo –en sus distintas formas de concreción– la tendencia que más presencia tiene en los diferentes informes y artículos sobre el futuro de la educación, y una de las más demandadas por los aprendices.
- Es potenciada por la presencia generalizada de la tecnología digital en la actividad de las personas, especialmente por el uso de los social media, de las herramientas de trabajo colaborativo, de computación en la nube y de comunicación en la red, y por la valoración de la colaboración y la inteligencia colectiva que se da en los entornos profesionales.
- Su concreción en la práctica educativa es variada. Entre otras se pueden citar el aprendizaje y la evaluación por pares, las redes y las comunidades de aprendizaje, las formas de socializaciación del contenido y del conocimiento, o las redes sociales en el aprendizaje informal que tienen lugar a partir de los PLE y los PLN [3].
MTA 5. Deslocalización de la actividad formativa
- El aprendizaje deja de ser una actividad referenciada desde el punto de vista espacio-temporal. La conexión permanente y las posibilidades de computación casi ilimitadas de los dispositivos móviles facilitan que las personas realicen su actividad de aprendizaje en cualquier lugar y en cualquier momento, mediante aplicaciones y entornos tecnológicos con prestaciones elevadas en cuanto a acceso a la información, comunicación y productividad basados la computación en la nube.
- La informalización del aprendizaje favorece la hibridación de la actividad entre contextos tradicionalmente separados. En consecuencia, el aprendizaje es el resultado de una experiencia que tiene lugar de forma distribuida en entornos, ambientes, situaciones y niveles de formalización variados.
- La identificación del aprendizaje con una referencia espacio-temporal concreta y con un entorno institucional determinado se desvanece, convirtiéndose en una actividad cada vez más deslocalizada.
- Favorece planteamientos que conllevan una organización educativa fuertemente distribuida, en cierto modo recordando a las propuestas de Ivan Illich y los movimientos de desescolarización.
- Disolución de la distinción entre las modalidades de formación presencial y en línea debido a la presencia cada vez más integrada de las TIC en el currículo, en la dinámica formativa, y en la vida cotidiana de los aprendices, y a una demanda creciente de flexibilidad en las oportunidades de aprendizaje en la que las soluciones tecnológicas juegan un papel cada vez más relevante.
Notas:
[1] El contenido de este post es un extracto del apartado "2.3.2.2. Aproximació a les tendències educatives des d’una perspectiva complexa", pp. 125-134, en Mas, X. (2014). La integració dels usos de la tecnologia digital de les persones adultes dins la seva activitat formativa a la universitat. (Tesis doctoral). Universitat de Barcelona.
Accesible en http://hdl.handle.net/2445/63423 y http://hdl.handle.net/10803/286068.
[2] Ver ídem, p. 133.
[3] PLE (Personal Learning Environment); PLN (Personal Learning Network)
[2] Ver ídem, p. 133.
[3] PLE (Personal Learning Environment); PLN (Personal Learning Network)
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