En el último año, quizá algo antes, han aparecido en la red algunas iniciativas de aprendizaje que podrían apuntar –en caso de consolidarse y evolucionar– hacia nuevas modalidades formativas situadas entre lo informal y lo formal en el ámbito de la formación corporativa. Salvando las diferencias, para ilustrar a lo que me refiero nos podemos fijar en estas tres:
Un concepto emergente
Como denominador común entre todas ellas no resulta difícil de identificar la aplicación práctica del concepto de microlearning combinando diferentes aproximaciones. El enfoque más extendido que encontramos es la curación de contenidos de la red con finalidades de aprendizaje –que podríamos denominar "learning curation”– basado en la construcción de secuencias orientadas a la adquisición de determinados conocimientos o habilidades. Sin embargo, existen otros enfoques más avanzados que añaden al modelo el concepto de mentoring o acompañamiento, actividad realizada por la figura de un experto quien acostumbra a ser el autor de las unidades formativas, estableciendo a la vez distintos niveles de interacción con los aprendices –alumnos y alumnas–, acompañándoles en la consecución de retos formativos. Este modelo, el cuál va más allá de la simple curación de contenidos y de su ordenación en secuencias formativas lineales, ha sido desarrollado y aplicado por Pocketacademy, una iniciativa surgida ni más ni menos que de la mano del portal de formación eMagister.Todos somos aprendices, todos somos docentes
Una de las características de estas nuevas modalidades formativas es la desjerarquización y deslocalización del modelo de formación. En este sentido germinan en un territorio que hace frontera con el aprendizaje informal, donde los roles de formador y de aprendiz son intercambiables no solamente entre una situación de aprendizaje a otra, sino incluso en el transcurso de un mismo proceso formativo. En todas estas iniciativas cualquier persona puede inscribirse en un “curso” como alumno, y a la vez cualquier profesional, experto o simplemente trabajador experimentado, puede utilizar la misma plataforma para crear sus propias propuestas formativas y ofrecerlas a otros profesionales para que cubran sus necesidades de capacitación o –utilizando otras palabras– alcancen sus propios retos formativos.
Desde mi punto de vista, nos encontramos frente a modelos que confirman las tendencias de deslocalización, informalización y democratización de la actividad formativa, ya que permiten la aparición de procesos de enseñanza y aprendizaje organizados, los cuales emergen de la comunidad más allá de la mediación de instituciones tradicionalment dedicadas a la educación (universidades, escuelas profesionales, centros de formación, etc.).
En la medida en que se desplieguen estas nuevas modalidades, se irá potenciando y desarrollando su dimensión social y colaborativa, pudiéndose transformar en potentes redes de formación y aprendizaje con una presencia generalizada en la red, haciéndose realidad el viejo sueño de Ivan Illich de una sociedad desescolarizada.